ALGO EN LO QUE CREER
Algo en lo que creer
Una de mis canciones
favoritas del grupo Poison presta su título a este artículo. No es inusual que
la música me inspire pero en esta ocasión han sido los hechos acontecidos esta
semana los que me ha llevado a cantar una vez tras otra la magistral melodía.
Entre la campaña: “Sé un
hombre y cubre a tus mujeres” y la noticia: “La religión islámica se va a
enseñar en las escuelas” tengo
indignación como para llenar varios folios pero sintetizaré.
Educación demorará hasta el inicio del curso
resolver qué colegios impartirán Islam y Adventismo y subrayaron: «nosotros
pensamos que ninguna religión tendría que tener una asignatura dentro de los
centros educativos, pero la
ley estatal obliga y los acuerdos con las diferentes religiones por parte del
Estado también».
No somos un país laico ¾pero tremendamente permisivo para
ciertas cosas dada la cantidad de burkinis que se pueden ver en la playa del
Postiguet cada día¾ aunque se proclame lo contrario.
EL Artículo 16 de la Constitución de 1978 recoge al
respecto: “Los planes
educativos en los niveles de Educación Preescolar, Educación General Básica,
Bachillerato Unificado Polivalente y Grados de Formación Profesional incluirán
la enseñanza de la religión Católica
en todos los centros de Educación en condiciones equiparables a las demás
disciplinas fundamentales"… y luego se puntualiza que no será obligatoria.
A poca historia
de España que se haya estudiado uno sabe de la tradición en la fe cristiana de
nuestra península y de lo mucho que ha costado ¾y sigue costando
a tenor de lo visto estos días en los medios¾ separar el
poder eclesiástico ¾el religioso, en general, la
espiritualidad¾ del político. Me sorprende que
todavía uno deba cuidar ¾y mucho¾ sus opiniones
en el trabajo, en la pantalla, los periódicos o en las ondas, al hablar del
tema de la religión y al expresar su opinión sobre lo ocurrido sin temor a ser
tachado de irrespetuoso e irreverente porque ¾todavía¾ debamos medir
nuestros pensamientos si no tememos ser reprendidos y tachados de lo que no
somos por el colectivo de turno.
Soy
una mujer agnóstica y carezco de la más
mínima fe ¾de lo que veo me creo la mitad y
básicamente considero que nadie va a darme nada que yo misma no me consiga¾ pero no suelo
promulgarlo ¾y menos por escrito, a menos que sea
bajo el escudo de alguno de los personajes de mis novelas¾ como hago con
otros muchos aspectos de mi compleja forma de pensar, pero tremendamente
respetuosa con los ideales sobre dioses de los que me rodean. No me considero
peor persona que las que aseguran seguir y practicar la fe cristiana ¾o cualquier otra¾ y me miran con
superioridad al conocer mi falta de creencias. Pido lo que doy: el respeto más
absoluto.
Fui educada en la
fe cristiana ¾como la mayoría de los de mi
generación¾, incluso ¾pese a mis
prematuras dudas¾ canté en el coro de la iglesia de
mi barrio hasta los once años pero como ¾lamentablemente¾ siempre he sido
una mujer práctica, resolutiva y con capacidad de decisión propia, en cuanto
pude, cambié la asignatura de religión por la de ética haciendo uso del
carácter no obligatorio garantizado en la Constitución ¾porque,
sinceramente, aportaba mucho más a mi formación general básica¾ mientras me
debatía sobre cómo conjugar las ideas religiosas impuestas con cuanto vivía y aprendía
en las asignaturas de ciencias y filosofía. Pese a no tener el más mínimo
remordimiento por ser agnóstica mucho después cursé la optativa de Religiones Comparadas
¾como parte de mis estudios
universitarios¾ lo que terminó de confirmarme lo
que llevaba años pensando: que las religiones son una invención del ser humano,
algo a lo que aferrarse y una poderosa herramienta de manipulación para mover fácilmente
masas sumisas cual pastor con sus ovejas. Sin embargo, me encantaría poder
tener a un ser superior y todopoderoso al que poder culpar de cuanto malo me
pasa y en el que encontrar el consuelo para reponerme y superarlo. Algo en lo que poder creer ¾persona, animal
o cosa¾ al que rogar y al que agradecer mis
triunfos o golpes de suerte, y la seguridad de saber que al final de mi vida ¾siempre y cuando
haya sido buena en el seguimiento de sus preceptos¾ va a
compensarme con la gloria eterna ¾independientemente
de lo que ese dios entienda por “gloria eterna”¾.
En serio, no estoy siendo sarcástica, desearía
poder consolarme con mi fe y encontrar en ella las respuestas a cuanto malo
ocurre en el mundo, por las injusticias, por el sufrimiento de los que quiero y
hasta por el propio, pero no, no puedo.
Como docente que
lleva más de dos décadas en el Sistema Educativo ¾público,
privado, español y británico¾ siempre recomiendo a los padres
ser consecuentes con sus ideales y, suponiendo que puedan elegir, tengan en
cuenta el tipo de escuela en la que matriculan a sus hijos porque las hay que
adoctrinan y las hay que no, o al menos te dan la opción, pero la imposición de
algo tan personal como la espiritualidad en una escuela me resulta aberrante
porque esa es una elección libre ¾como lo es
nuestra opción política o sexual¾ y la escuela no
está para adoctrinar sino para crear individuos con criterio propio y lo
suficientemente racionales para decidir por sí mismos.
He meditado
mucho sobre la conveniencia de publicar este artículo pero entiendo que todos
tenemos derecho a expresar nuestras ideas si se hace desde el respeto y no
encuentro en mis palabras ofensa alguna. Mi opinión subjetiva ¾que nadie más
tiene por qué compartir¾ es que ciertos hechos y
manifestaciones acontecidas durante la semana me sorprenden, la tremenda
movilización de un país, supuestamente laico, en todos los sentidos. Otros me indignan,
unos por ridículos y otros por humillantes.
Todos tenemos
derecho a tener algo en lo que creer, como bien me dice siempre una amiga: “Tú
tienes tus propios ídolos”. Y es cierto, yo y todos, he visto a multitudes
luchar en avalancha por rozar la mano de un cantante de rock como si se tratase
del Mesías, pero eso no paralizaba la capital de un país ni se le ofrecían
horas y horas de debate y promoción en todas las televisiones ¾con prudencia,
con cuidadito, no vayamos a ofender¾ ni cubría los
cuerpos de mujeres para anularlas y librarnos al resto de la tentación ni
manipulaba por decreto las mentes de pequeños estudiantes.
No, no somos un
país laico y tampoco se respeta a los que piensan diferente. La espiritualidad debe permanecer en el
ámbito privado y ser, siempre, una elección, no una cuestión de planes de
estudio. Educar en la tolerancia y el respeto es una asignatura pendiente
para los españoles. No cabe duda de que todos necesitamos algo en lo creer pero
la escuela no está para adoctrinar,
como bien aseguraba Bret Michaels al cantar su decepción y desilusión en Something to believe in ¾publicada en
1990 y tema que escucho mientras escribo estas líneas¾. Sería
estupendo que a estas alturas de mi vida alguien me diese algo en lo que creer,
algo que me devolviese la esperanza, pero me temo que ¾por mucho que
los que me rodeen lo critiquen y consideren inapropiado¾ seguiré
teniendo criterio propio y basándome en las evidencias y, hasta el momento, no
puedo creer más que en mí misma.
NOTA: Animo a todo el que lea esto a
escuchar la letra de la canción Something
to believe in by Poison From Flesh
& Blood album recorded in 1990 a la que hago
referencia en este artículo porque
merece la pena, por su letra y por su música. Desde una enorme admiración, mi
infinito agradecimiento a compositores como Bret Michaels por cuanto me han
aportado a lo largo de mi vida con su trabajo.
©Sonia Gonzálvez
Agosto 2018
Agosto 2018
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