INTELIGENCIA Y FELICIDAD
INTELIGENCIA Y FELICIDAD
Ahora que vivimos un momento social en que los títulos, los
másteres y los logros académicos parecen ser indispensables y hay que tenerlos
sí o sí se hayan cursado o no, tal y como yo lo entiendo la Inteligencia no es acumular
conocimiento, es emplearlo en ser felices —que debería ser nuestro principal
objetivo en la vida y a la pregunta: ¿Qué quieres ser de mayor? Un niño debería
responder siempre y sin dudarlo: feliz—.
Sin embargo la inteligencia
es definida —al DRAE me remito— como la capacidad de entender y comprender, la
capacidad para resolver problemas, como una habilidad. La American
Psychological Association (Neisser et al., 1996) afirma que cada persona tiene
una concepción distinta de la inteligencia, pero que todos los expertos
encuentran ciertos rasgos comunes por lo que la inteligencia podría ser
descrita como un conjunto de habilidades que nos
permiten aprender de la experiencia, entender ideas complejas,
razonar, solucionar problemas y adaptarnos al entorno…en definitiva:
evolucionar y sobrevivir.
Mi concepto de inteligencia es otro y discrepo con lo que se conoce
como inteligencia operacional: aquello que es medido por los tests de CI porque
como bien asegura el Dr. Puig en su libro Reinventarse:
“cuando las emociones tales como el miedo o la desesperanza se apoderan de
nosotros, se produce un auténtico “secuestro emocional”, no importa
lo inteligentes que seamos; nuestra inteligencia no brillará por ninguna
parte”. Supongo que también por eso existen discrepancias entre quienes
aseguran que a mayor CI más nivel de felicidad y los que afirman exactamente lo
opuesto. El concepto de felicidad también resulta ambiguo y en función de a
quién preguntes si realizas un muestreo en tu entorno y hasta parece ser que no
existe como tal, que es algo puntual, de un momento, de un instante, un estado
—vuelvo al DRAE— de grata satisfacción espiritual y física o todo aquello que
contribuye a ello pero también, curiosamente, como la ausencia de
inconvenientes o tropiezos… pero no especifica el tiempo, ¿por cuánto?: ¿Una
semana? ¿Un mes? ¿Un año? ¿Cuándo sopesamos? ¿En nuestro cumpleaños? ¿Con el
cambio de año? ¿De década? ¿De etapa en la vida?
Después
de leer y evaluar y pensar y repensar creo que la felicidad de una persona se
basa en el progreso, entendido como la consecución de metas y que ser
inteligente es utilizar todas nuestras capacidades para conseguir ese estado de
grata satisfacción espiritual y física que el DRAE define durante el mayor
tiempo posible que dure nuestra existencia. La felicidad la baso en el avance,
cuando una persona se siente estancada empieza a sentirse mal, la sensación de
fracaso la invade, la anula y da igual lo inteligente que sea que no le va a
servir para encontrarse mejor si no es consciente y reacciona y entonces ¿de
qué sirve saber? ¿Será por eso que dicen que la ignorancia es una bendición, porque
quien nada espera nunca se decepciona, porque a menos expectativas mayores
logros?… Intentar hacer las cosas bien no es garantía de nada. Uno puede pasarse
la vida luchando por algo que nunca termina de llegar porque hacer planes y
listas es algo que después la vida se encarga de reajustar porque es ella quien
decide, no nosotros. Las personas somos felices en la medida en que nuestras
expectativas se van cumpliendo, en la medida en que percibimos que vamos
superando las etapas que nos habíamos marcado pero en ocasiones la existencia
entra en un bucle del que no se puede salir y es cuando aparece la frustración,
la tristeza y la sensación de fracaso y tiempo perdido que ni el deporte, ni la
alimentación adecuada, ni la música, ni un vestido pueden aliviar. Hay algo
que, sin duda, es decisivo para sentirse feliz: las expectativas. Lo peor que
uno puede tener en esta vida son altas expectativas, porque si nada esperas
nada pasa si nada llega pero las metas, las metas incumplidas son losas que nos
impiden ser felices porque nos arrastran a lo más profundo y oscuro. La
inteligencia debería medirse como la capacidad para evitar ese arrastre, la
destreza para detectar que hay que poner en marcha ciertos mecanismos para
rescatarnos. Supongo que soy una persona inteligente porque siempre tengo un
plan B que sustituye al plan A y reconduce mi existencia para hacerla
soportable. He aprendido a aceptar lo que no puedo cambiar, busco alternativas
factibles y sé perfectamente lo que me haría feliz ¾que es muy diferente de lo que me hubiera hecho
feliz hace años¾ y lo que no sé
es cuándo llegará, si es que llega…
Y a ti, que seguramente te consideras una persona
inteligente, ¿qué te hace feliz?
Es tan simple ser feliz pero tan difícil
ser simple… si eres inteligente…
©Sonia
Gonzálvez
Abril 2018
Abril 2018
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