SMILE
SMILE
Lo
que reina en tu mente controla tu vida. Estamos formados de cuerpo y mente ⸻en algunos casos hasta de espíritu⸻ pero yo
siempre he pensado que la mente es el motor y la responsable ⸻en gran
porcentaje⸻
del buen funcionamiento del cuerpo. Es la mente la que marca la diferencia
cuando, ante la misma circunstancia, una persona resulta airosa o exitosa y
otra no: superar una enfermedad, una pérdida, recuperarse tras una intervención
o soportar determinados tratamientos invasivos, por ejemplo.
El concepto de buena salud ha cambiado
y se contempla como el estado de completo bienestar físico, mental y social y
no solamente como la ausencia de enfermedad.
He reflexionado mucho sobre la salud mental y el estigma que la acompaña
—tanto que he
escrito múltiples relatos cortos con esa temática. La línea que separa la cordura de
la locura es muy delgada —como muy bien queda reflejado en la obra Stonehearst
Asylum de Edgar Allan Poe—y creo que todos en algún momento la hemos cruzado
empujados por el dolor, por la desilusión, por la genialidad o —lamentablemente,
en ciertas situaciones— por la enfermedad.
¿Quién decide lo que es “normal” de lo
que no lo es, quién está loco y quién no? Difícil respuesta si tenemos en
cuenta que el enfermo mental está estigmatizado y muy mal atendido en nuestra
sociedad acostumbrada a prejuzgar, a opinar sin saber y catalogar. Pese a los
avances experimentados por la Psicología y la Psiquiatría en las últimas
décadas definirse como enfermo mental se evita. Todo el mundo comprende y
respeta otro tipo de enfermedades físicas como un cáncer o una infección —se
entiende, se trata, se cura…— pero la enfermedad mental, el desequilibrio en la
razón es mucho más difícil de detectar, diagnosticar, tratar y aceptar —por uno
mismo y por los que nos rodean—. Las emociones producen transformaciones
físicas y químicas que nos afectan a todo el cuerpo y dado que somos esclavos
de ellas y de nuestros estados de ánimo, opino que la mente es el motor de
nuestro cuerpo y que, con frecuencia, tiende a ser descuidada. Soy de las que
consideran la terapia, el entrenamiento emocional, tan necesaria como positiva y defiendo y
espero que algún día sea más accesible y que nadie tenga que negar que acude a
ayuda profesional en determinados momentos de su vida, sin tener que
avergonzarse y sentirse culpable o débil porque todos en, algún momento, hemos
necesitado de una luz que nos enfocase el camino, aclarase los nubarrones de la
mente, aplacase nuestro dolor, diese una explicación a lo que no lo tenía y nos
hiciese soportable lo insoportable.
Como hace años que leo y escribo sobre
el tema he visto la película Joker —animada también por las inmejorables
críticas que ha recibido— y es una de esas obras maestras que hay que ver pero
que no te hace pasar un buen rato —de hecho, malo, muy malo— y cuando termina
la historia y se encienden las luces te deja un mal cuerpo lleno de interrogantes.
La interpretación de su protagonista es digna de un Oscar —espero que se lo
den— y el guion tiene frases buenísimas y muy gráficas para describir la
realidad de su protagonista. Es cierto que cuando alguien tiene una enfermedad
mental el resto espera que se comporte como si no la tuviese y también es
verdad que cuando la sociedad da la espalda a un enfermo mental ocurren
desastres —o colectivos o personales— porque el infierno de la enfermedad
mental no conduce a buen lugar si no se dispone del guía adecuado.
En nuestro país tenemos solo dos
psiquiátricos penitenciarios —insuficientes, sobre todo si consideramos que la
mayoría de los presos que no están en ellos tienen diagnosticado algún tipo de
trastorno—, las familias deben afrontar —y costear casi siempre— el tener a un
enfermo mental al que atender y acceder al psicólogo a través de nuestro
sistema sanitario es un lujo que suele reservarse a casos muy concretos.
No estamos preparados —ni en este ni
en otros muchos asuntos que repercuten directamente en el bienestar social— y
así nos va. La mala salud de los ciudadanos no parece ser un tema prioritario
para nuestros dirigentes y nuestro sistema cada vez con menos prestaciones y
recursos. No espero nada bueno de un grupo de personas que se llaman de
izquierdas, pero muestran un modelo de vida contrario a lo que predican cuando
no son tus palabras lo que te definen sino tus actos… Para llorar, pero
sonreiré y pensaré en positivo para engañar a mi mente porque una mente
negativa jamás te dará una vida positiva.
Smile.
PD:
No duden en disfrutar de la película Joker, pero que sea en un día en el que
estén dispuestos a afrontar una realidad inquietante porque, lamentablemente,
supera a la ficción.
©Sonia Gonzálvez
Enero 2020
Enero 2020
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