UNA CUESTION LINGÜÍSTICA
Nací y pasé los primeros años de mi vida en un hogar bilingüe en
el que la lengua valenciana y la castellana se utilizaban en igualdad de
condiciones y como tal adquirí las dos de manera simultánea y “sin darme
cuenta”. A partir de los trece años por razones sentimentales pasé a formar
parte de otra familia en la que también se utilizaban varias lenguas, hasta el
momento desconocidas para mí, y —para mi
inmensa fortuna— una de ellas era el
inglés. Durante mi adolescencia mi repertorio de exposición lingüístico se
amplió considerablemente y eso, unido a mi pasión por la música y la
literatura —independientemente de la
lengua en que esté escrita— y a mis estudios, me han convertido en una adulta
capaz de comunicarse en varios idiomas, en una apasionada de las lenguas
extranjeras —de la propia de mi nacionalidad—, y sus literaturas.
Tal vez sea porque lo he vivido y no
solo estudiado por lo que comulgo con las ideas de los expertos que aseguran
que la exposición y la enseñanza paralela de varias lenguas está llena de
beneficios —sin ignorar las advertencias estudiadas en sociolingüística que me
hicieron entender que recibir la enseñanza en una lengua no materna no es un
sistema adecuado para todos los niños y que siempre hay que estar atentos para
garantizar el progreso en el proceso de aprendizaje— y que siempre suma. Para mí las lenguas son
un pensamiento, son representativas de la sociedad a la que pertenecen y por eso
las considero como llaves, las llaves que abren las puertas a todo cuanto las
distintas culturas pueden ofrecernos y, en un mundo lleno de cerrojos y
candados, cuantas más llaves tenga uno más fácil abrir puertas. Por eso me
pregunto: ¿Debería
ser la elección de una lengua un tema político? ¿Desde cuándo han sido las
lenguas una cuestión política o de Estado? Desde el momento en que un
colonizador impone su lengua al pueblo colonizado porque está aplicando su
manera de ver el mundo. Nada nuevo bajo el sol. El que manda somete.
Educación y política son dos mundos que no deberían depender uno del otro
porque el proceso educativo debería garantizar, por encima de todo, la
formación de individuos con criterio y libre capacidad de decisión y en un
mundo ideal solo los educadores opinarían sobre el sistema…
Leo en el diario publico.es: “El modelo lingüístico
catalán se convierte en el blanco de la carrera españolista de PP y Cs. La
intención de Moncloa de utilizar el 155 para facilitar la matriculación de
alumnos catalanes con el catalán como lengua vehicular es vista por
politólogos, filólogos y lingüístas como un movimiento destinado a no perder
terreno electoral ante Ciudadanos. El Gobierno español anunció en las últimas
fechas su intención de poner en marcha un plan para, al calor del artículo 155
de la Constitución, utilizar las competencias educativas intervenidas a la
Generalitat y aplicar medidas que faciliten la elección del castellano como
lengua vehicular en los centros educativos catalanes. El ministro de Educación,
Íñigo Méndez de Vigo, aseguró que el objetivo de Moncloa es defender la
libertad de los padres a la hora de elegir sobre la educación de sus hijos”.
Duele… Por desgracia, y por la generación a la que pertenezco, he padecido los
planes de estudio de lenguas en las que todo se reducía al estudio de la
gramática tediosa y la memorización del vocabulario temático. Desde hace años
me dedico al estudio y la enseñanza de lenguas porque creo en los múltiples
beneficios que pueden aportar a la formación de una persona. Los niños educados
en distintas lenguas tienen una visión más amplia de su mundo, con mentes mucho
más abiertas y predispuestas a cambios y posibilidades múltiples y se muestran
animados a aceptar el pensamiento diferente con mucha más facilidad, tal y como
demuestran distintos estudios realizados con niños escolarizados o no en zonas
bilingües.
Todos los niños deberían poder ejercer su derecho a tener una vida
plurilingüe, una vida sin puertas cerradas y con facilidades para entender,
asimilar y respetar los distintos pensamientos. Respeto y tolerancia, ésa es la
clave.
Pero por mucho
que yo deseé lo contrario la realidad es que el sector de la educación está
seriamente dañado porque leo en Diarioinformacion.com que se multiplican las agresiones
de alumnos a profesores y en Elcomercio.es que se
cuadruplican las denuncias por amenazas y agresiones a los profesores. ¿Y de
esto no tienen nada que decir nuestros dirigentes? Quizás sea mejor no tener
una respuesta oficial a que la propuesta sea “armar a los profesores para
proteger a la comunidad educativa” tal y como refleja la prensa internacional
al asegurar que Trump propone dar un bonus económico a los profesores que
acepten llevar armas…
“Guns
and Teachers”…—mi
mente políglota hace chistes de filóloga sarcásticos al respecto para poder
lidiar con la tristeza que el panorama me produce—, permítanme la licencia…
©Sonia Gonzálvez
Febrero 2008
Febrero 2008
[i] “ARMAS Y
PROFESORES” broma lingüística al sustituir la palabra “roses” por “teachers” en
el nombre del mítico grupo GUNS AND
ROSES (Armas y Rosas)
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