Reforma laboral y que tengas el año que mereces
No conozco a nadie que no estuviese deseando dejar atrás el año 2021 confiando en que el cambio de fecha suponga un cambio de vida, a mejor, a vida… El difícil año 2021 terminó con acuerdos y promesas de un futuro más digno en el ámbito político —nuestros políticos: mi segunda mayor decepción en los últimos dos años en cuanto a quien se supone debería cuidar de ti pero te da una gran patada cuando más falta te hace situándote junto al precipicio—. Parece que la nueva reforma laboral pretende poner freno a la temporalidad, límites a las subcontratas y dar flexibilidad a las empresas en crisis. Para mermar la práctica abusiva de la temporalidad se han establecido dos tipos de contratos temporales con un máximo de duración de 6 meses, ampliable a 12 en pocos casos —no me parece que sea para tanta medalla— y hasta aquí básicamente lo importante y principal motivo de discrepancia y júbilo pero lo que no leo ni escucho en ningún medio es el hecho innegable de que la jornada laboral de 40 horas a la semana se consolidó y diseñó bajo el supuesto de que "alguien" iba a estar en casa cuidando del resto y realizando —sin límite de horas semanales— tareas tan tediosas como imprescindibles como comprar, cocinar, lavar, recoger, planchar y ordenar ropa, limpiar y... atender a los niños y ancianos —o cualquier persona dependiente— de la familia. La sociedad en la que se consolidó esa jornada no es en la que vivimos hoy. Hubo un momento en el que nos dijeron a las mujeres —tradicionalmente ese "alguien" siempre en casa y al cuidado de la unidad familiar— que "podíamos elegir" pero no era cierto porque los hechos demuestran que, en realidad, era "poder con todo". Se pretende que las mujeres sigan criando a sus hijos como si no trabajasen fuera del hogar y que atiendan su faceta profesional como si al llegar a casa no tuvieran nada de lo que ocuparse —cosa que dada la realidad del mercado laboral muy pocas pueden pagar—. Pero sobre esto no se negocia nada, se improvisa sobre la marcha. Y así generamos una cadena de frustraciones que va desde la madre a los niños y normalizamos llegar al fin de semana tan agotadas y con tantas cosas por hacer que es imposible disfrutar o disponer de algo de tiempo para una misma y actividades tan necesarias como entrenar, quedar con las amigas, leer o ver una serie —sin planchar al mismo tiempo—… el imprescindible autocuidado. Como dijo Gloria Steinem: "Las mujeres no serán iguales fuera del hogar mientras los hombres no sean iguales dentro de él". Esa es la clave: la igualdad entre personas. La profesional y competencia no la decide el género, va con la persona, o lo es o no, sea hombre o mujer. A mismo trabajo y valía misma remuneración, parece simple pero no lo es. Oprimir al opresor implica la misma discriminación que padece el oprimido. Nunca he creído que para brillar haya que apagar a otro pero, tras años de luchar contracorriente, no alcanzo a ver el final, ni un avance en cuanto igualdad. La lacra del maltrato no cesa y a estas alturas tampoco creo que mis ojos lo vean cuando a diario presencio situaciones en las que las propias mujeres son las mayores enemigas de otras. Ninguna mujer debería contribuir al hundimiento de otra porque creo firmemente que juntas somos más fuertes.
Y en cuanto a la Reforma Laboral siempre he pensado que el mejor subsidio es un salario y que a ser responsable y a cumplir con las obligaciones es algo que debería aprenderse cuanto antes, que hay que respetar el trabajo y llevarlo a cabo de la mejor manera posible, sin picarescas ni escaqueos porque trabajar dignifica y mantiene la mente en su sitio pero el ingreso de la nómina implica mucho más. No tener un sueldo te hace invisible para los bancos, el alquiler de una casa, acceder a compras aplazadas, a préstamos para formación y —lamentablemente— te quita la posibilidad de opinar y decidir en un hogar tóxico. La verdadera libertad no la otorga la mayoría de edad sino la independencia económica. Los roles han cambiado pero la sociedad no los asimila adecuadamente, no reajusta los mecanismos, acepta los cambios porque no le queda otra pero con los esquemas arcaicos de un modo de vida que ya no es el que tenemos y el sistema no encaja, se ajusta con calzador. Pero claro, es que ahora no “aguantamos”, antes sí que se “luchaba” por el matrimonio porque, claro, si una no tiene con qué pagar sus facturas y un lugar en el que vivir difícilmente podrá salir de una situación de abuso y traga, ¡claro que aguanta! El amor y la pareja no deberían ser entendidos desde el sacrificio, sino desde el compromiso por mantener una relación que suma, aporta, apoya y está para afrontar juntos la enfermedad, la falta de trabajo, la crianza de los hijos y los proyectos individuales, para brillar y hacer brillar, sumando siempre y siendo equipo.
Empieza un año en el que todos deseamos lo que hace dos perdimos… mis mejores deseos y que cada uno tenga el año que merece.
©Sonia Gonzálvez
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